25 mayo 2025

MADRID. PLAZA DE TOROS DE LAS VENTAS. FERIA DE SAN ISIDRO 2025. LOS TOROS DE JUAN PEDRO DOMECQ Y UNA AUTORIDAD INCOMPETENTE.

Foto de Cultoro.es. Pablo Aguado.

 Hay un principio de autoridad por encima de cualquier autoridad, y es ejercer la autoridad misma.

No basta con recepcionar toritos de Juan Pedro en Las Ventas, rechazarlos, admitir, aunque sean de Juan Pedro, toros impropios para esta plaza, y remendar una corrida titular para que se pueda dar una tarde de toros en la feria más importante. No. No basta.

La autoridad tiene que moverse entre criterios uniformes del propio equipo (veterinarios, presidente y delegados) y de los otros equipos que intervienen en Las Ventas. No. No se puede admitir una corrida desigual, sea de Juan Pedro o del susum corda, porque el consumidor de este espectáculo quiere en apariencia (trapío) toros de primera. Luego saldrán como salgan, y esa será otra crítica.

Interesó el mano a mano de Ortega y Aguado, y la gente compró para verlo. Y ya se sabe, por mucho que repitamos el aserto, siempre está vigente: Corrida de expectación, corrida de decepción.

Juan Ortega pechó con un primer toro, o lo que fuera aquello, que tenía clase, si se entiende por nobleza en las embestidas, pero sin fondo, es decir chochón. El tercero de justa presentación tampoco daba para mucho. Coceó el peto. Acudió con cierto viaje a palitroques y a la muleta llegó gazapón y echando la cara abajo cuando iba. Alguna arranca buena por el pitón izquierdo pero al final se raja, adquiriendo el sello de descaste. tuvo esperanzas Ortega que abrió bien la faena por bajo, genuflexas las rodillas pero todo se acabó ahí. Si se ponía cerca, malo. Si se ponía lar, malo. No se centró Juan que no entendió las embestidas que tuvo. Al natural se quedaba descolocado, y se diría en el argot moderno que no fue capaz de ordenar al toro. El quinto estuvo bien presentado, cumplió en varas y se dejó bien en banderillas. Nos dio esperanzas. Nada. Punteó la muleta. Perdía las manos que las tenía lesionadas. Se dejó pero no rompió. Juan Ortega nos dejó algo a la verónica. Un quite por tafalleras. Luego, porfión, queriendo estar aseado.

El segundo toro fue impresentable para Madrid. Protestado a la voz de miau, se dejó en varas, esperó en banderillas y a la muleta llegó tardo y rebrincado. Descaste. Pablo Aguado anduvo aseado, hasta que se cansó de ser tan higiénico y le quitó las mocas, y a tora cosa.

El cuarto protestado por chico, la gente pidió "toros, toros" y dijo miau. Fue bravo en el caballo y se dejó bien en garapullos. Nos dio esperanzas. Fue buen toro por el pitón derecho, y por el izquierdo noble aunque con menor recorrido. El toro fue a menos entre gritos, voces y pitos. Gritos, voces y pitos cuando Aguado no cogía el tono al natural, y aunque ligó en redondo los muletazos, todo dio la sensación de no valer nada. Si hubo cosas con el capote. A la verónica clásica y a pies juntos. Chicuelinas. Y un quite de Ortega por chicuelinas.

El sexto fue un remiendo de la corrida, del hierro de Torrealta, correcto de presentación. Bravo en varas y moviéndose en banderillas . a la muleta llegó con recorrido y humillación , resultando en su conjunto bueno. La plaza ya anunciaba petardo estando Aguado en faena. Petardo de tarde. Petardo de todo. En realidad Aguado tuvo momentos, detalles, estética pero mucho hilo de pitón y mucho acompañamiento, ni siendo la mejor actuación del chaval. Y ahora los forasteros (muchos forasteros y neófitos en Las Ventas. Por un bajonazo van y le dan una oreja. El principio de autoridad es ejercer de autoridad, y las autoridades corrigen y sancionan, es decir enseñan al que no sabe o no cumple. A tal grado de desidia hemos llegado que la autoridad se limita a salvar los muebles a una empresa cuyo fin primero es ganar pasta, no por dar corridas de toros, sino por arrendar, subarrendar, o explotar la plaza en otros actos poco o nada taurinos.

¡Aquí paz y allí gloria!

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