19 marzo 2016

VALENCIA. FALLAS 2016. A PONCE LE CRECE EL PELO.


Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Curiosamente con la edad a Enrique Ponce le crece el pelo mientras a otros se nos cae. Lo que ocurre es que mientras el pelo le crece, le baja otra cosa que tiene que ver con la vergüenza torera, pues no es de recibo que vista su trayectoria justifique la invalidez de los toros como principio fundamental para el temple y para sentirse torero. ¡A ver si siente lo mismo con una corrida de Saltillo! De verdad que le tengo gran respeto al de Chiva, por su trayectoria, por sus virtudes de lidiador, por grandes tardes que le he visto estar bien, y porque es buena gente. Pero hubiera preferido a un Ponce calvo de pensar por derecho y con vergüenza torera, que  con pelo, y haberla perdido. La faena al primero fue como la que se le hace a un carretón, pues en verdad sino hay toro no hay fiesta, y para acompañar ya está la música. La del cuarto fue un compendio de la tauromaquia poncista que en el levante es de culto. Pases y mas pases, y si hubiera mas pases, mas pases daría. ¡Que aburrimiento!, ¡que sopor!, ¡que pesado se pone Ponce! ¡que poca emoción la de su toreo moderno! ¡que oreja más chabacana! ¡que tonto y qué bobo el Cuvillo!
Sebastián Castella me ha hecho pensar en otro tipo de fraude. La fiesta de los toros está llena de fraudes. Si no hubiera sido así, no hubieran hecho falta reglamentos. Estaba el de la edad de los toros, el de los pesos. El de las fuerzas del animal. El del afeitado, quizás el más significado, etc. etc. pues hoy hemos sabido que también está el del pegamento. Entiendo yo que el fraude es lo contrario a la verdad, a lo legal, o a lo moral y éticamente establecido… y a Hacienda también, pero esto del pegamento es como lo de las fundas en los toros para que no se rompan los pitones, pero no es lo natural en la crianza del toro, pues ponerse pegamento en los dedos para que las telas no se resbalen, tampoco es lo natural en el toreo, para fortalecer las muñecas y los dedos los toreros antiguos llevaban en los bolsillos de sus chaquetas unas bolitas de madera o de caucho y andaban todo el día apretándolas, justamente para eso para que no se les cayeran los engaños. Pues dicho esto diré que es irrelevante ver a este poderoso torero con dos inválidos toritos, el segundo se defendía en cada muletazo, el quinto estuvo por debajo del clarinete de la banda que se marcó un solo de premio nobel, aquí el francés estuvo de convidado entre la borreguez del astado y la música. 
Nos interesó ver a David Mora, toda la tarde muy centrado con el capote, con lances a veces muy buenos a la verónica, aunque otras veces se le iba la hoya y echaba el pasito atrás. El segundo sobrero fue bueno pero lo toreó como la mayoría de los toreros hacen, sin convicción, y eso a David Mora no le va, porque él puede y sabe más que lo que le hizo a ese toro. Con el sexto no hubo nada porque en realidad tampoco hubo toro.
La corrida de Núñez del Cuvillo, otra de billete pequeño, desigualmente presentada, con un sexto bien presentado, e inválida. El primero y tercero sobreros. De tramite la suerte de varas, esa que algunos quieren quitar porque ya el toro es un borrego. Tonta de noble. Boba de embestidas. Esas que le hacen a Ponce sentir un algo especial… seguramente para estar aquí otros veinticinco años… ¡que horror!
¡Aquí paz y allí gloria!
19 de marzo, decimo primera de Fallas. Casi lleno.  Seis toros de Núñez del Cuvillo (1º y 3º sobreros), desiguales de presentación e inválidos. 
Enrique Ponce: caída, tendida con derrame, saludos desde el tercio. Pinchazo y estocada buena, aviso, oreja. 
Sebastián Castella: trasera caída, silencio. Dos pinchazos, uno hondo, aviso, larga agonía, silencio. 
David Mora: estocada trasera y atravesada. Vuelta. Buena estocada, silencio.
 Ángel Otero saludó tras banderillear al sexto.


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