23 enero 2013

MANOLETE, LA PELÍCULA.


“En este país nada es real hasta que sangra” Lupe Sino a Manolete.

Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio


No pudo estrenarse la película para el sesenta aniversario de la muerte del diestro cordobés, a causa de un embargo judicial del filme que duró hasta el 2011. Se estrenó con anterioridad en Francia (2010) con pésimas criticas, Rubén Amón (El Mundo), sintió: “estupefacción ante la parodia”. Llegó a las pantallas españolas el pasado día 24 de agosto y no superó tampoco el maleficio que venía arrastrando desde el 2006, año de su rodaje. Javier Ocaña (El País):”Pomposa y de estructura incomprensible”. Carmen Lobo (La Razón):”Los actores torean los papeles como van pudiendo…” Fausto Fernández (Fotogramas):” Lo peor un Adrien Brody autentico enemigo de la película”.

He oído que existen varias versiones de la película. Yo he visto la española y la italiana. La diferencia, solo en la presentación y en algunos detalles de los fotogramas del principio. En la base, todo igual.
No soy crítico de cine y por consiguiente no puedo adentrarme en las bastas llanuras de los razonamientos de esa crítica. Acostumbrados como estamos a la presencia en la gran pantalla de espectaculares escenas, guiones con empaque y enormes boatos cinematográficos propiciados por el cine americano, y la siempre sensible iniquidad del ser que pintan las cintas europeas, la película de Menno Meyjes, el director, parece una radionovela cutre al estilo de la Lucecita de los años setenta del pasado siglo. 

Más allá de lo puramente cinematográfico me ha interesado ver reflejada en el filme la tragedia española de una postguerra, y el respeto al “Monstruo” del toreo en la época. Un icono del régimen franquista.
Conozco aún personas que al pronunciarse el nombre de Manolete se levantan en señal de respeto.
Quizás anunciando el tema trágico que se va a tratar, la inserción del poema de Lorca, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, en los créditos del principio, sea determinante para el espectador. Lo predispone a introducirse en una tragedia conocida, pero de muchas formas mitificada.
En la cinta se presenta a Luis Miguel Dominguín como su competidor más inmediato, y ¿desencadenante? de la tragedia de Linares donde los dos toreaban. José María Forqué incluye en su película “Yo he visto la muerte” de estreno relativamente reciente al año de la tragedia, una parte final en la que el propio Dominguín justifica la acritud que en aquellos días se levantó contra él haciéndolo responsable. “¡Perdóname, no pude llegar a tiempo!”,”Yo quería ocupar tu puesto, ser el primero, pero con nobleza, en el ruedo, donde hablan los toreros”, “Yo no soy el culpable de tu muerte, es mentira lo que han dicho…” Se justifica Dominguín, quien le atribuye al torero cordobés un carácter sentimental y afectivo, que sí casa con lo que se refleja en la película.
No obstante dos vicios se significan en el personaje que interpreta Brody  y que tienen su base en la inestabilidad emocional por la que pasa: el tabaco, (se le presenta como gran fumador), como signo de posición y reafirmación; En realidad, en la época, su uso era bastante común entre la población masculina; Y la cocaína como signo destructivo, aunque solo en esta película y en una mejicana, “Manolete, la Leyenda”, se le atribuye su consumo.
En cualquier caso estos elementos de dependencia apoyan la desesperación del despechado amoroso, los celos pasionales. Entonces el director echa mano de la canción “Campanas de Linares” en el punto del arrebato, cuando Manolete quiere matar a la amante.

Es necesario decir antes de seguir aportando ideas, que Manolete de Menno Meyjes, no es una película taurina, es de temática amorosa en un entorno taurino. Pero obviamente las referencias propiamente taurinas nos acercan más al personaje que se presenta. Por ejemplo los inicios de Manolete, probándose en el campo toreando, las zapatillas sobre una tabla, es un recurso que nos anuncia el estatismo del diestro. Por ejemplo algunas conversaciones con su apoderado Camará, por cierto, personaje nada apropiado para Echanove, que no encaja en él. 
Echanove, el Camará de la película

.- “Para ser uno de los más grandes toreros tienes que estar un poco enamorado de la muerte” 
Le dice Camará y añade: 
.- “Las mujeres te hacen amar la vida”. 
Y pregunta Manolete:
.- “¿Y eso es malo?” 
Responde Echanove:
.- “Digamos que en nuestro trabajo, si”
Se anuncia aquí el origen de la fatalidad. La explicación de la tragedia.
Lupe Sino “es una puta”, le dice su madre doña Angustias, eje de la familia que es presentada como un enjambre de parásitos. 
Manolete y su madre

Lupe no quería ser su amante y se define una señora. 
Seguramente por su origen humilde, Lupe se minusvaloraba. Manolete le ayuda a superarse. 
Le pide matrimonio en Méjico, ella le responde que cuando se lo pida su madre.
El transito amoroso. Pasar, de un “toreaba para ti”, y explicar que “el toreo es como un juego de miradas” después de la escena de la tortilla de patatas, a una violenta sensación de rechazo determinado por las dudas, de él, que siempre fue un madrero, y de ella, que sabía del obstáculo de la madre. Los celos “¿Te has acostado con Pepe?”
Camará

Méjico es el lugar de redención y de futuro, sin la daga de la incomprensión, por la vida de ambos enamorados, y la intolerancia.
Pero nada es bastante, entonces la petición histórica, carcelaria, envolvente: “Retírate por favor”
.- “¿Y qué haré si me retiro?”
Y la sentencia: 
.- “Solo soy tu amante, tu esposa es la muerte”
Los rincones del amor son inescrutables, por eso la cinta se adentra en el terreno de lo oscuro, de lo determinante, de la omega.   
.- “Quédate con migo, por favor”
Ella:
.- “Siempre, pero no todo el tiempo”
Los amantes en Méjico

La película no contiene un duelo interpretativo para Oscar, ni tiene el mejor guión posible que refleje las convulsiones amorosas entre ambos. Pero humaniza a Manolete. Lo baja del pedestal divino y lo sitúa en el amargo valle de las lágrimas del amor.
La tarde de Linares se plantea como la de la ruptura. Y es entonces la tragedia. Las dos tragedias. La interna y la externa. La del alma y la del cuerpo.
Señalado, Islero en los corrales de Linares

Cruce final de miradas, publico, toro,  torero. Una apasionada escena de amor  combinada con un toreo circular, abrazado al toro... “no le digas a nadie que te llamo mamita” le dice a Lupe. Y Menno, el director del film, marca con esta frase la justificación a la crueldad de no dejar pasar a Lupe para ver a su moribundo amor.  Mamita es la forma sudamericana del total amor correspondido, entregado y apasionado.
Mamita es la aséptica solución a la crueldad:
.- ¿Puedo entrar a verle?
.- Solo si él lo pide 
Manolete:
.- ¡Mamita, mamita!
Lupe:
.- ¿Ha preguntado por mí?
.- No, solo por su madre 
La soledad se reboza en Lupe. Nadie le da un pésame, ni un sentir. Todos se olvidan de ella.

En 1943 ya tenían, cuando frecuentaban Chicote, lo que se puede considerar una  relación estable. 
En febrero de 1945 se van a Méjico para vivir lo que la sociedad española les niega. Lo que los puritanos no admiten.  
Manolete se reconoce un madrero, crece entre mujeres con nombre de tragedia: Soledad, Dolores, Angustias.
Durante 1946 se dedica a Lupe  y a vivir. Pero la profesión, los toreros, rechazan a Lupe. ¡Manolete enamorado de una mujer que ama la vida y que se hace llamar “destino”!
En septiembre del 46 Luis Miguel Dominguín paga 100.000 pesetas (600 €) para entrar en el cartel de la corrida de la Beneficencia, única corrida que torea Manolete ese año.
Vuelven los enamorados a Méjico y allí vive la libertad que no se vive en España, dónde se rumorea que se ha casado. Llama a su madre para desmentirlo. La madre no la quiere y los amigos de él la llaman “La serpiente”. 

Esa hostilidad destroza al torero que sin embargo encadena triunfo tras triunfo... pero también el destino va tomando su lugar.
El 2 de diciembre del 46 recibe una cornada en la axila derecha al fallar una estocada. En la misma plaza de Méjico, el 15 de diciembre es cogido toreando a la verónica recibiendo al toro.
El 19 de enero de 1947 es cogido en La Monumental de Méjico toreando al natural.
El 16 de junio en Madrid recibe una cornada en la pierna.
El 10 de julio en Pamplona le toca en el sorteo un toro que mata a dos mozos. Esa tarde corta cuatro orejas y dos rabos.
El 4 de agosto en Vitoria se salva de una cornada. 
Es en este tiempo cuando el público le proclama hostilidad. 
En San Sebastián ese mes pide toros grandes para evitar rumores, y declara “no puedo seguir así”. El doctor Marañón le diagnostica un estado depresivo debido a un exceso de responsabilidad... y luego Linares.
A Lupe no la dejaron ver a Manolete postrado, solo vio su cadáver y la mancha de sangre en la cama. Volvió a Méjico a hacer cine. Se casó con un tal Manuel Rodríguez, y volvió a España diez años después. En 1959 murió de un derrame cerebral.

José Montero Alonso, cuenta que dijo Manolete, en su libro: El amor y la muerte de los toreros.
.- No sé hasta qué punto sería buen marido. Soy muy dominante... quizá un poco chapado a la antigua. No me gusta que la mujer vaya con el marido a todas partes, sino que sea más bien  casera…

Fernando González Viñas escribió para un libro conmemorativo del cincuentenario de la muerte de Manolete, “Manolete y su época”, editado por la Fundación Andaluza de Tauromaquia, un soberbio tratado que tituló: EL SUICIDIO DEL HÉROE.
“La sociedad en doloroso parto, alumbra héroes para su propia proyección”. 
Arranca así el trabajo que desmenuza su toreo del que dice “tenía unos límites tan breves, tan simples, tan monolíticos que necesitan de explicación continua.”
Sostiene el autor que Manolete no fue guiado por nadie a seguir los pasos de su padre, y afirma: “aparece el destino como fuerza impulsora del héroe trágico” y añado yo, y su madre, la constante de su madre como  puñal sangrante, “amenaza devoradora” la llama Savater.
El héroe es un individuo que no se lleva con lo que le rodea, pero que vive con lo que le rodea. Y el mundo del toro dónde es acogido le confirma su personalidad. Cita el autor a Paco Umbral “... se hiciera un mito de su dura pena, se hiciera un rayo de su verde estoque, fue la espada civil de su pueblo inerme, y se vistió de naipe y de tabaco para defender su nombre independiente”
Ya es figura, ya es “monstruo” el torero cordobés. Ahora tiene que pasar como héroe entrado en la mitología las pruebas hercúleas.
Toreando en la plaza de Tetuán de las Victorias en 1935

La del toro la supera con facilidad “asombrosa”, resalta González Viñas, quien añade que “la faena de Manolete es siempre la misma”.
La de los rivales: 
Marcial Lalanda se agota en la lucha según la opinión del autor del tratado. Domingo Ortega y Pepe Luis Vázquez, respetados por el héroe, sobre todo el segundo, no terminaron de contentar a las masas que no vieron rivalidad alguna con ellos. Carlos Arruza fue un complemento en sus tardes de toros junto al monstruo, y Luis Miguel Dominguín “solamente consigue triunfos incontestables cuando Manolete muere”.
La tragedia toma forma final. Es como Juan Gallardo, aquel otro personaje de Sangre y Arena. El héroe, que ya nos lo ha dado todo, no le sirve a la afición. Y por otro lado la sociedad española de la época tampoco lo perdona, porque no puede perdonar que un héroe se evada entre amores prohibidos de la realidad impuesta por el nacional catolicismo imperante.
En Méjico vive lo que no pude hacer en España

 El conflicto no es propio de los héroes y las sociedades en las que conviven. Superadas todas las pruebas, menos la del amor, ese que la sociedad, y el toreo le protestó, ya todo está acabado. 
De izquierda a derecha: Lalanda, P.L. Vázquez, Gallito, Vicente Barrera, Manolete y Juanito Belmonte

Dice Fernando González Viñas, que “al héroe la muerte le viene siempre en el momento justo”... y termina: “En la mente de Manolete se presenta la necesidad de solucionar al mismo tiempo el problema con el colectivo y el propio. La única solución válida para salir airoso es la muerte... con ella adquiere la categoría de héroe y mito...”
Y ciertamente de no ¿procurar su suicidio?, permítanme la interrogación, se harían ciertas las palabras citadas por el autor, que dijo Séneca: “Nada hay peor que estar muerto antes de morir”
Ahora si les apetece, por mayor curiosidad, vuelvan a ver, con más oídos, la película Manolete de Menno Meyjes.

1 comentario:

malagueto dijo...

Muy buen trabajo Agustin, me ha encantado.

Saludos