29 abril 2012

MIURAS NOBLES, COMO QUE NO PEGA

Archivo. José Luis Moreno

MIURAS NOBLES, NO PEGA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Ponerse delante de una corrida de Miura es un “mandao”, un “mandao” de mil pares de bemoles porque a nadie le apetece el tragantón. Sin embargo hay toreros que no les queda más remedio. La terna de hoy por ejemplo. José Luis Moreno. Clásico, ortodoxo, puro. Rafaelillo, bullidor, empatico, verdadero. Serafín Marín, serio, puro, auténtico. Estos tres toreros no están hechos para los toros de Miura, pero tampoco imagino hecho para ellos a Pepe Luis Vázquez, y se hartaba de torearlos con ese peculiar arte fino y elegante que tenía el de San Bernardo.
De manera que las cosas como son porque el mismísimo Rafaelillo hoy día ha estado con una cadencia torera que para sí la hubieran querido sus compañeros de cartel y muchos otros del escalafón. El murciano con el quinto toro ha toreado a la verónica, en un ramillete ligado y limpio. Dio muletazos, digamos que toreando. Hasta le sonó la música. Cuajó al toro de Zahariche como nadie esperábamos ya esta tarde con un efecto que me llamó la atención pues no es usual en estos tiempos. En cada muletazo, se dejaba la pierna de salida quieta como un roble, sin moverla un ápice pasando por allí, muy cerquita, aquella inmensa mole de 614 kilos. Se gustó en bastantes muletazos. Dio una vuelta al ruedo con mérito. Con el segundo estuvo voluntarioso en la faena después de haberlo estado también con el capote.
La corrida de Miura, una señora corrida de toros en la romana y en hechuras propias del encaste, (toros avacados, vareados, feo el primero, agalgados) ha sido floja, rayana la invalidez (el tercero lo mandaron al corral por ese motivo) y noble, demasiado noble para lo que deben ser estos toros, que con un poco más de fuerza estaríamos hablando de la corrida de la feria porque los cinco lidiados no han hecho el mas mínimo amago de coger a los toreros, salvo cuando los han querido tratar de tu a tu, y en- tonces, como a José Luis Moreno, lo ponen en su lugar. Es decir, tu eres el torero, y yo soy el toro. Pero el toro de Miura. No pega la nobleza en tanto toro, pero se admite. ¡Faltaría más!
Ciertamente el cordobés Moreno se llevó dos espeluznantes cogidas del cuarto toro. El Miura le estaba diciendo que ya vale niño, vamos a acabar esto, y Moreno se puso porfión, y meloso con él, y ¡zas!, le echó mano. De todas formas el torero estuvo muy entonado con su lote. Gazapón el primero, y defendiéndose por flojo y apagado el cuarto.
Hizo bien el catalán Serafín Marín en plantarle cara al sobrero del Conde de La Maza que hizo tercero. Se la dio y con valerosidad ofició por naturales, con el mérito de dárselos a uno que cazaba moscas.
Con el sexto anduvo aseado y voluntarioso. Debió haberse empleado más pues la condición del toro lo ameritaba. Rafaelillo lo vio en seguida con el quinto. Marín no. Claro que aquel está más curtido con estos, que este.
En el tercero saltó un espontáneo y se equivocó pues nunca podrá decir con razón que se tiró a un Miura. Su vaguedad le impidió ver que el hierro era otro. Dos lances que le salieron bien porque resultó ileso.
¡Aquí paz y allí gloria!

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