08 diciembre 2010

EVOLUCIONISTAS

EVOLUCIONISTAS
Por Agustín Hervás

Hay un veterinario, se dice el pecado pero no el pecador, que es plantilla en la plaza de La Malagueta, que argumenta que el que no evoluciona está llamado a extinguirse. En realidad esta tesis no es precisamente para nota pues la suscribiría todo el Colegio de Veterinarios y hasta cualquier viandante que se precie. Por ejemplo el mono se quedó en mono y el hombre ya no tiene tanto pelo, lo que no quiere decir que haya dejado de ser mono y haya evolucionado hacia la torpeza empleando el hecho diferenciador de la inteligencia.
No cabe duda que este veterinario citaba al gran Darwin refiriéndose más propiamente al sentido evolutivo de la tauromaquia que a las demás especies. Es cierto que la cosa de los toros evoluciona. Del toro salvaje al borrego, del caballo sin peto a la acorazada de picar, ese conjunto de caballo forrado y picador armado hasta los dientes, para no darle ninguna ventaja al toro. Que el matador se convirtió en torero después que dejó de mover los pies y dejar quietas las zapatillas.
Es pues aceptado el sentido evolutivo de la existencia.
Lo que no se colige de la teoría evolutiva es si afecta a los plumillas ya que como se sabe ellos son, somos, los notarios de lo que sucede. Sin embargo todos los indicadores parecen decirnos que también. Que el periodista que no canta las virtudes del toreo de perfil y busca los apropiados argumentos para su defensa. El que no rebate la utilización de las fundas o del serrucho, y le baila el agua a los mamamelones de este mundo, no sobrevive. De otro modo; que el crítico duro, el que defiende las costumbres más conservadoras de la fiesta, es una especie en extinción porque no evoluciona en la defensa del toreo moderno. Sin comentarios, he me aquí un ejemplo, pero lo que es no debe ser, y lo que debe ser es.
Supongamos, solo supongamos, que el ganadero de los toros artistas, Juan Pedro Domecq, da un paso más en el uso de su divina inteligencia y confecciona un árbol genético, mimbres tiene para eso, de la pequeñez del toro. Un estudio que le pudiera haber costado más de 35 años realizarlo. Y supongamos, solo supongamos, que en dos años lo ¿impondrá? en el mercado. Es decir que en 2013, podríamos ver en las plazas españolas el toro enano, ese que han indultado de forma masiva en el toreo moderno y ese que a fuer de ser artista no necesitará varas, (el de ahora tampoco las necesita), y las banderillas serán opcionales, (ahora ponen las que pueden) y matarlo a estoque con esto de los animalistas y las amenazas prohibicionistas, nos dará tanta pena que será mejor el indulto por decreto… ¿y qué pretenden los modernistas, que me trague este supuesto y aguante a toreritos artistas bailar bachatas con el torito?
Si evolucionar significa decir no al toro - toro, no al toreo ortodoxo, no a las suertes de varas y banderillas, y significa no ejecutar la suerte suprema, este plumilla elige no evolucionar y quedarse en las Galápagos, por lo menos allí las tortugas son gigantes…y embisten despacio.

1 comentario:

lesaqueño dijo...

Dan nauseas, tanto engañatontos.
Para mi, en lo taurino, evolucionar significa eso,
DESTRUIR, DILAPIDAR... En definitiva, FALSIFICAR LAS ESENCIAS DEL TOREO.
Ya esta bien de tanta tonteria. El que sea incapaz de torear un toro encastado, que toree festivales.
Por favor, que a partir de ya, los trofeos cortados a los toros descastados, QUE NO VALGAN NADA, Y QUE AL MENOS EN LAS ESTADISTICAS DE AFICIONADOS, NO SE LES CONCEDA VALOR ALGUNO.
Se lo voy a pedir a los Reyes estas navidades, a ver si me conceden el deseo.