12 agosto 2009

CRONICA A LA MADRE AUSENTE

Juan Cortés

CRONICA A LA MADRE AUSENTE
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

En realidad, después de mucho rebanarse los sesos el enano satiricón, llegó a la conclusión de que las madres no van a ver a sus hijos toreros a las plazas, no por el miedo a que un toro los coja y les haga pupa, sino porque una madre no puede oír los improperios e insultos que el publico, en un momento dado, le arroje al niño torero. Las madres no leen las crónicas, se las cuentan. Las madres no quieren saber si su hijo ha estado bien o mal, sino si está entero, pero alguien se lo deja caer “hemos pegao un petardo” “er niño ha estao bien” Lo de hemos pegao el petardo solo se lo dice a la madre para repartir la culpa, si el mismo individuo se lo cuenta al vecino, la cosa cambia, entonces dice: “El mataor ha pegao un petardo de aúpa. Pero las madres saben muy bien como son y como pueden estar sus hijos. ¡Las madres de antes! Las de ahora para evitar malos rollos prefieren ir a ver a sus vástagos a las plazas, y ver con sus propios ojos lo que su hijo hace, que siempre lo hace bien, y además si tiene alguna cogida que nadie se la cuente. En realidad habría que decirle a la madre de Adolfo Ramos que a su hijo le pegó un revolcón el novillo, porque no mandó en él en ningún momento de la faena. Y que no salió herido porque el reglamento Soriano permite, antes la Ley Taurina, que los erales se afeiten. A la madre habría que decirle también porque no lo oiría de una fuerte voz del tendido, que su hijo no dio un muletazo y que el arrimón que se pegó al final, no sirve para nada. Bueno sí, sirve para que el presidente y el público le regalaran dos orejas de mentira, y para que Fernando Cámara dijera que el niño ha estado muy importante. A la madre, para que no le cuenten milongas, hay que decirle, que el publico, por empatía vecinal, el presidente señor Mateos, por enternecimiento paternal, y al profesor de la escuela, por pasional, que le mienten a su hijo, que por otra parte no ha dicho mucho más que el pacense Rafael Cerro, o el gitano Cortés. Eso sí, lo único que su hijo ha tenido a favor, es que el novillo fue tardo, topón y parado. Y los otros fueron grandes novillos embistiendo.

Abría el cartel Angel Bravo de Salamanca al que se le fue el que le tocó en suerte. Le siguieron dos de Albacete. Alberto Pozo y Kevin Hernández, que torearon a la limón con el capote. Pozo un pegapases y Kevin muy vulgar. El chaval de La Línea, Juan Cortés mostró maneras. Se recreó en el brindis y le pegó algunos naturales en tablas, aseados. Tiene el gitano los mismos defectos que todos los demás. No se cruza. Abusa del pico de la muleta. No le coge las distancias al novillo, y no se faja. Pero Cortés tiene una cosita que no tienen los demás: sangre con arte.
Después del melillense Ramos, que está en la escuela de Málaga, cerró la tarde Rafael Cerro, de Badajoz, que gustó porque es un imitador de Perera, que no es que sea mala cosa, pero si imita sus defectos, entonces si lo es.

¡Aquí paz y allí gloria!

FICHA:
Segunda clase práctica del IV Certamen de Escuelas Taurinas. Málaga, 11 de agosto de 2009. Seis erales de Giménez Indarte, correctos en la presentación y buenos en la muleta. Tercero más flojito y quinto más parado. Angel Bravo de Salamanca, estocada atravesada que provoca derrame, oreja. Alberto Pozo de Albacete, pinchazo en la paletilla, otro pinchazo y delantera contraria, ovación que alienta el propio novillero. Kevin Hernández de Albacete, cuatro pinchazos, aviso, trasera baja que asoma y ocho descabellos, el último señalado por el peón. Juan Cortés de La Línea, pinchazo, aviso, dos pinchazos, media atravesada, aviso, dando Curro Vega un mitin con la puntilla. Adolfo Ramos de la escuela de Málaga, pinchazo, aviso y media, dos orejas. Rafael Cerro de Badajoz, pinchazo saliendo trompicado, aviso, pinchazo, otro más saliendo cogido con un porrazo fuerte, aviso, delantera caída, silencio.

P.D. Me dicen que la madre del torero estaba en la plaza, en el tendido 7, y que le llamo la atención educadamente a un señor que había increpado (dicen que bordeando el insulto) a su hijo. La cosa no fue a mayores porque el señor increpador les tendió la mano para limar asperezas. Aunque a mí me da que fue el mismo que le gritó que no había dado un muletazo. Se ve que la madre de Adolfo es moderna y que no quiere que se lo cuenten aunque está dispuesta a defender con uñas dientes que su hijo sea torero y que si tiene errores confía en que su profesor se los corregirá. ¡Claro! y el enano satiricón que no tiene pelos en la lengua, me dijo: aviada va.

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