08 mayo 2009

LLORABA SANGRE


Entre el primer Ortega y el segundo, se ve una clara diferencia. Es el tipo. La segunda fotografía de Juan Pelegrín para la página de Las Ventas, nos muestra el toro entipado en el encaste de Juan Pedro. La primera fotografía es del primero de la corrida, sacado de tipo, solo para lidiar en Madrid. Al resto de plazas lleva otro toro.


LLORABA SANGRE
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Hubo un torero en el ruedo que parecía que lloraba sangre. Nada tenía que ver con la emoción propia. No lloraba. Es que de la ceja le manaba un hilo, fino y coloridamente encarnado, de cierto, sangre, del porrazo que el tercer toro de la tarde le dio en la ceja izquierda. Su nombre es Sergio Aguilar, y sin triunfar al modo de como en el toreo moderno se triunfa, es decir, cortando peluas, triunfó con rotundidad ante su lote. Al tercero lo llevó acompañado por el pitón derecho sin molestarlo para que tomase confianza, quizás con pico. No terminaba de centrarse el burel pues en la segunda tanda lo desarmó con violencia, rehusando a embestir por derecho, tal que en la tercera tanda se paró el marrajo. Pero Aguilar no se arredra, se echa la franela a la izquierda y le consigue una buena serie de naturales, y más tarde otra menos lucida y al final no hay toro, el toro no quiere embestir ni pelear. Pero Sergio Aguilar dijo que a Madrid no venía a pasearse. Cuando le salió el sexto, se fue al centro del ruedo venteño y allí se lo dejó venir para darle uno cambiado por la espalada y olvidándose de los derechazos se puso a dar naturales con la mano muy baja, las ideas muy claras en el centro del ruedo, dónde los toros pesan en las faenas. Después el toro se terminó derrotado en sus malas intenciones. No hubo orejas, Sergio, ni falta que te hacen, los que tenemos ojos te vimos.
Otros fueron ciegos y creyeron ver a Leandro como si hubiera estado cumbre. Y la verdad es que no. Que Leandro se dejó ir el toro más potable del encierro. Su muleta no dominó las broncas embestidas por faltarle un puyazo al animal y el de Valladolid, que se trajo a mucho paisanaje, quiso estar más artista sin estarlo, que técnico, sin estarlo. Pero así es a veces el toreo, y ciertos públicos ciegarrutos. Con el quinto ciertamente Leandro no tuvo opciones y hasta se llevó un susto pues por la entrepierna empalado, voló ciertos metros por encima de los pitones.
Antonio Barrera es el torero de la mala suerte. Mejor lo coloque su suegro de veedor, que me han dicho, que son los que en realidad mandan en las ganaderías. De torero parece que no tiene mucho futuro. Y no es porque no toree bien. Es que no torea casi nunca y cuando lo ponen le toca lo peor de las ganaderías. Por eso pido que cambie de trabajo y se dedique a veedor, así quizás, le ayude a sus compañeros a torear los mejores, pues los peores siempre serán los que él quisiera para él.
La ganadería de Gerardo Ortega se volcó del filo hacia la ladera de la mansedumbre. No estuvo bien presentada. Los toros sacados de tipo. Solo el segundo estaba más en el tipo de Juan Pedro, aunque chico con pitones. El remiendo de Sepúlveda, bien presentado. El primero veleto, arisco que no embiste. El segundo manejable. El tercero molesto por lo calamocheador. El cuarto pegando gañafones y sin pasar. El quinto, de Sepúlveda, rebañaba. Y el sexto con guasa.
¡Aquí paz y allí gloria!
FICHA:
Las Ventas (Madrid). Segunda de feria. Toros de Gerardo Ortega y uno que hizo quinto de Sepúlveda, justos de presentación, descastados. Antonio Barrera, contraria y caída, silencio. Media trasera y descabello, silencio. Leandro, que antes se anunciaba Leandro marcos, pinchazo, otro hondo que escupe, aviso, y dos descabellos, ovación con saludos del paisanaje. Pinchazo yéndose, media atravesada caída, división de opiniones. Sergio Aguilar, estocada corta, trasera y caída, silencio tras aviso. Pinchazo sin soltar y estocada caída, silencio.

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