16 julio 2007

MANO A MANO


Larga, pintura original de Paco Rodriguez
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Me dice Pepe García que este no es un articulo taurino. Y lleva razón. No lo es. Sin embargo trata de algo muy pegado a lo taurino porque en la politica tambien se dan cornadas, se pone al toro en suerte y en el siete, se dan largas cambiadas y se entra a matar. El lenguaje taurino es tan grafico que entra en los mejores ambientes y se extrapola a otros oficios. No es un articulo de toros, pero el lenguaje que lo soporta sí lo es. Y me rece la pena leerlo. Pasen y lean:



Al mes de julio, pese a su cesárea e imperial etimología, lo asociamos siempre con gentes vacacionando en mar o montaña, con el Tour de Francia o los pamplonicas Sanfermines, pero difícilmente puede considerarse el más idóneo para un debate parlamentario como el del estado de la Nación, que -en teoría al menos- debería ser el más importante de todos; es como si, usando un símil taurino, colocásemos la madrileña feria isidril en el mes de enero. Por tanto, nada tiene de extraño que “la plaza” no haya registrado ni un cuarto de entrada (menos de un millón de espectadores han seguido los debates por televisión).

Al fin y a la postre, el dichoso debate viene a convertirse en un mano a mano –de toros va la cosa- entre los dos primeros espadas del cartel: El Gallego y su Cuadrilla –por homenajear a Cela- y El Niño del Talante, dos toreros que no parece vayan a emular las gestas de las grandes figuras de la historia taurómaca. El segundo, aunque quiera, no alcanza la fuerza dramática y el concepto revolucionario de un Juan Belmonte, y el primero se constituye en el antípoda de la preclara inteligencia, dominio, alegría y variedad de Joselito El Gallo.

En pleno San Fermín, si se les ocurriese a ambos pisar la plaza de Pamplona, las broncas iban a ser de órdago, pues no olvidemos que los mozos de Iruña son los más deslenguados que imaginarse pueda. Todavía recuerdo una coplilla que cantaban casi a diario en los años sesenta, ajenos a cualquier traba o censura: “Tres cosas tiene Pamplona que no las quiere ni Dios: el Alcalde, el Arzobispo y el señor Gobernador”.

¡Riau, riau!

Ni se me alcanza lo que podrían gritarles hoy a ambos “espadas”, cuyas tauromaquias, aunque diferentes, comulgan y concuerdan en dos aspectos: son vulgares y anodinas hasta la exasperación.

El Bambi de Acero -de hierro dulce me parece a mí- aspira, a un tiempo, a la vistosa elegancia y a la profundidad, pero torea mucho por alto, a pies juntos y perfileramente, o ayudándose con el estoque y siempre con la muleta retrasada. Su variedad se apoya en el toreo accidental y de adorno –largas cambiadas, afarolados y revoleras por doquier- y poco o nada en el esencial y primordial. Es atildadamente insulso y cuida de agradar a las féminas, pero nos aburre muchas veces perdiéndose en la hojarasca y pretendiendo hacernos tragar ramplonas faenas a base de molinetes y pases de costadillo como si de obras cumbres se tratase. En su último festejo se marcó, además, un “salto de la rana” con lo de los dos mil quinientos euros por niño recién nacido, algo que no fomenta el incremento de natalidad de españolitos aunque sí la celebración de los que buenamente vengan.

Extenso y largo, mas huero e insustancial las más de las ocasiones.

“El Gallego” tiene que cambiar de cuadrilla de forma urgente e imperiosa, algo en lo que sí se prodiga sin ambages ni remilgos el “artista” vallisoletano-leonés, que le hace liar los bártulos a tres peones con nulas o escasas competencias –Vivienda, Sanidad y Cultura- para llenar los huecos con nombres de peso y fuste. El galaico -santiagués criado en Pontevedra- se resiste a cambiar de picadores y banderilleros, a pesar de que son unos “mantas” y culpables de su no levantar cabeza desde el desafuero de marzo de 2004.

Si no lo hace las va a pasar canutas, pues su toreo pretende, sin lograrlo, ser por bajo y cardinal, amarrado a los dos pases que tanto criticaba Cañabate –proceso de paz y terrorismo- y consiguiendo sólo dar trapazos sin sustancia; muletazos de castigo que no castigan y, encima, le proporcionan más aire al contrincante. Por si fuera poco, sus peones y auxiliares andan ayunos de conocimientos sobre la lidia y no paran de estropear al morlaco con puyazos en el rabo y capotazos como trallazos y a destiempo.

Torero corto y mal acompañado, en suma, que, ambicionando ser intenso y fundamental, acaba sus faenas como el rosario de la aurora: él y sus ayudas por un lado y la realidad por otro.

Para colmo de males, este mal émulo de “Celita” –valiente, chiquito y de certera tizona- intenta adornarse con un desplante de hinojos y vuelto de espaldas al toro de la situación y las circunstancias, arroja espada y muleta y le espeta al contrincante que “enseñe las actas de las conversaciones con los terroristas, si quiere demostrar su inocencia”. A esto se le llama la prueba diabólica en derecho procesal.

Ante un toro sin dominar, claro, tales desplantes se pagan con una cornada en la mayoría de los casos.

No contento con ello y a pesar del revolcón, el señor Rajoy lo ha dejado claro: el Presidente del Gobierno no es gente de fiar. Perfecto, impecable, rotundo, ahí queda eso.

El Presidente Zapatero no es de fiar; el jefe de la oposición, sí. Lo malo es que no piensan así todos los españoles, ni muchísimo menos. Los sondeos y encuestas lo han dejado paladinamente claro: el espada triunfador ha sido el que se alimenta de botillo y cecina, y no el compostelano, que lo hace con pulpo y lacón.

Y eso que el primero venía a torear con los puntos todavía sin cerrar ni quitar, después de las varias cornadas recibidas últimamente. Véase, si no, el dichoso “proceso” y sus muchas anécdotas y vicisitudes, que lo han dejado más a la altura del Bombero Torero que a la de un auténtico matador de toros. Claro que el gallego, por su parte, se ha dedicado a hacer el Tancredo en vez de espabilar y desgranar una auténtica tauromaquia que parase a tanto “conspiranoico”, eliminase los mandos subterráneos imponiendo el suyo y templase tanta gaita chillona y discordante en su parroquia.

A Rajoy, don Mariano, ya le andan calentando las orejas algunos proféticos agoreros con una de las muchas muletillas inventadas por Chiquito de la Calzada: “No te digo trigo por no llamarte Rodrigo”. ¿Será Rato el tal Rodrigo?
Almería, 9 de julio de 2007.

José García Sánchez.

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