28 mayo 2007

TOREROS DE ZULOAGA

SAN ISIDRO. LA QUINTA, cuatro buenos, gran ovación al arrastre al tercero. GOMEZ, silencio en el lote. CAÑAS, aviso y silencio y silencio. LAZARO, al tercio y oreja.

TOREROS DE ZULOAGA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Algaba y Adalid saludaron. El tercero pegó un petardo con los palos al primero del lote y dejó uno en el sexto. La cuadrilla de José María Lázaro, y él también, tiene hechuras de los toreros de Zuloaga. Ese pintor vasco que tan bien captó en las expresiones de las caras el momento psicológico del torero. Las figuras de los banderilleros de este novillero son un poema para la caricatura y una lección de pundonor para la torería.
El pundonor no es cosa que se derroche hoy en día entre la torería andante. La novillería está instalada en la mediocridad y de la mediocridad tienen la culpa además de los que torean, o son aprendices de torero, los que enseñan a los novilleros. Por sus actos los conoceréis y bien que se conoce la falta de pedagogía de los profesores viendo como torean sus alumnos. Seguramente es que todo tiene que ver con la vulgaridad instalada en la sociedad que mantenemos.

Aún así el refresco de Lázaro fue bueno. De los tres novilleros, el distinto, el comprometido y el de más oficio. Cortó una oreja al sexto, pudo haber cortado otra al tercero porque se le vio suficiente en las condiciones del animal; pronto, con fijeza y recorrido en ambos pitones. En algunos momentos, como novillero, estuvo aturrullado, acelerado y por descontado pincha uvas. En el sexto tuvo los mejores momentos por el pitón derecho ya que por el izquierdo el novillo que lo vio descubierto en un par de ocasiones casi se lo llevó por delante.

Benjamín Gómez se tapó con el primero que iba y venía con sosería, pero en el cuarto evidenció las carencias propias de no entender este encaste, quizás por falta de profesor en la materia, ante un novillo seguido, bueno y claro por los dos pitones.

Cañas también se tapó con el segundo que se vino abajo rápido y dio un petardo con la espada no llegando a matarlo sino a descabellarlo tras hartos pinchazos. Con el quinto no se pudo tapar pues el de La Quinta evidenció su falta de temple. Tropezones, enganchones y desarmes por doquier iluminaron la faena.

Los novillos de La Quinta bien presentados los dos últimos, impresentable el primero. El resto con corrección. Deslucido el primero. Segundo apagado. Tercero pronto. Cuarto bueno. Quinto noble y sexto manejable.

¡Aquí paz y allí gloría!

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