30 mayo 2007

COMO EN LOS MATADEROS

pintura al oleo de Paco Rodriguez


SAN ISIDRO. CUADRI, dos manejables. LIRIA, silencio y pitado. DÍAZ, silencio y pitos. VALVERDE, al tercio y silencio.

COMO EN LOS MATADEROS
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Los toros de muerte se llaman a sí porque su fin último es ser matados a espada. Los matadores de toros son unos señores cuyo oficio es el de usar espada para matar a los toros. Así y no de otra forma debe ser para el sentido eterno de la tauromaquia aunque los modernistas quieran convertir el toreo en un vals y sin la muerte del animal por ser más europeístas.

Los de Cuadri no fueron muertos a estoque, fueron mechados a pinchazos primero y después descabellados como en los mataderos. Triste fin para el bravo aunque estos no lo fueran. El toro también tiene su dignidad que alcanza al propio ganadero. Y como tal hay que tratarlo. Ese es un buen principio para respetar al toro, darle muerte con dignidad, si no ha sido posible dársela por bravo. La afición no debe permitirle a la torería andante esos desmanes, ni consentirle a Valverde por muy torerazo que hubiera estado después de la cogida en el tercero de la tarde, que como en un matadero, acabara con el que por poco lo desnuca.

La corrida de Cuadri mala. Con tres toros muy bien presentados, tercero, cuarto y quinto y con los otros correctamente presentados. Se diría que estuvieron en Cuadri, como se dice de los Miuras, o de lo santacolomeño. De los victorinos no, de los victorinos se dice alimañas. El primero con sentido. Segundo y quinto manejables. Tercero receloso. Cuarto reservón. Sexto renuente. En general no se les picó. En toda la feria y en todas las plazas de primera la costumbre es que vayan dos veces al caballo y cuanto más, se les pegan dos puyazos, cuanto menos, solo dos entradas. A la de Cuadri le faltó un puyazo para que algunos toros se atemperaran más o para que se hundieran en la miseria con lo cual todo se hubiera visto, por la torería, más claro. Pero no, la torería pensaría que esto era la burra de Domecq y los picadores los trataron igual, haciendoles más sangre, pero con igual cantidad.

Pepín Liria y Curro Díaz dieron un petardo, cada uno a su estilo. Liria en el primero anduvo sin ideas y no quiso hacer el esfuerzo como otros años. Fue como si estuviera desganado. Es verdad que el toro fue de menos a menos viéndosele algo por el derecho y nada por el izquierdo porque cazaba moscas. Al cuarto no quiso verlo aunque disimuladamente.

Curro Díaz por dos enganchones desaprovechó el pitón izquierdo del toro segundo y por el derecho se empeñó más en componer la figura que en torear y claro se le pasó arroz. Al quinto que había dado un concierto de música de estribo y se repuchó en varas no le dio uno por el derecho, pitón por el que se rebrincaba. Por el izquierdo. Otra vez el izquierdo. Volvió a toparle la muleta y se acabó lo que se daba. Total, nada para Linares.

Valverde sí. El de Salamanca es lo mejor, disimulen los demás, que ahora mismo hay entre la torería activa de allí. Por todo. Por oficio. Por profesionalidad. Por torería. Por inteligencia. Su error, lo he dicho muchas veces, fue dejar a José María Cerezo quien lo llevó bien y le dio altura. Ahora se ve lidiando en ferias importantes corridas duras. Lo hace bastante bien y le da honor matarlas pero Valverde es de otro toro. En el primer pase a su primer toro, por la derecha, lo enganchó y lo lanzó cuatro metros arriba. Cayó dentro de lo malo, bien. Se fue para la cara del animal, le plantó muleta y pelea y lo metió en el canasto por el pitón que lo había amenazado de muerte y por el izquierdo lo toreó. Aquí la técnica y la torería funcionaron como una cosa pero como no mató no mojó. En el sexto tiró de oficio y estuvo bien. El toro repetidor pero sin clase.

¡Aquí paz y allí gloria!

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