16 abril 2007

EL VALOR DE LAS OREJAS

FERIA DE ABRIL. REJONES: BOHORQUEZ, cuarto bueno, sexto se dejó. BOHORQUEZ, silencio, aviso y silencio. HERMOSO, oreja y oreja. VENTURA, oreja y dos orejas, Puerta del Príncipe.
EL VALOR DE LAS OREJAS
Por Agustín Hervás
Está claro que las orejas no valen lo mismo para el público, que para el presidente, igual que está claro que el público del toreo a caballo no es el mismo que el del toreo a pie. Entre el publico y el toreo, sea cual sea su forma, está el presidente y aquí es dónde cambia todo, porque la cosa entonces adquiere otro valor. Del Rey que es un presidente de los de la vieja escuela, es decir policía, es un presidente al que le baila el criterio y no debiera ser así pues quien lo enseñó fue el propio Antonio Ordóñez. Este de perilla canosa lo que sabe de toros, que se supone sabe, lo aprendió en Ronda y de Ronda a Sevilla parece poco bagaje y sin embargo un día me lo encontré encaramado en el palco de la Maestranza y me admiré. El caso del criterio en las presidencias no es sólo potestad de este presidente. El criterio presidencial flojea por doquier. Sin embargo misterios tiene esto del toro aunque en verdad mantener el criterio en esta corrida de rejones era bien fácil. Sólo había que seguir el hilo de la corrida porque si no le dio dos orejas a Hermoso en su primero por una faena inventada por el navarro, tampoco debió dárselas al seudo portugués por una faena de cuento. Con Hermoso dio categoría a la plaza, con ventura se la quitó.
El reglamento andaluz es claro en los enunciados relativos a las presidencias y en ellos se dice que los presidentes pueden ser recusados y, digo yo, que esta debería ser practica habitual en ciertas plazas de toros, si a la autoridad administrativa le place, y si no se recusa de particular, usted mismo podría proponer recusación, se podría recusar de oficio para así mantener la seriedad y la dignidad de una plaza de toros, en este caso la de la Maestranza.
Pablo Hermoso de Mendoza al que siempre le reprocharé, perdón por la insistencia, que use monturas mixtas y bocados con portamozos independientes, puso al segundo toro de la tarde un rejón al quiebro con Labrit, perfecto. Luego de un par por los adentros imposible, al que Chenel ayudó a que saliera bien en su ejecución, vino otro al hilo de las tablas, un tercero entregado y dos pares de cortas uno de ellos a dos manos. La importancia de la faena la tuvo el ser inventada porque no había toro. El toro se había escondido en las tablas casi desde salida, sin embargo el conocimiento de los terrenos del caballero, el buen rejón de muerte, y el dominio de las monturas culminaron una brillante actuación de la que en justicia con la oreja recibida bastó. Sobraron los bocados del caballo Sármata al toro moribundo. Eso para el circo. La gente pidió las dos orejas. El presidente pasó de la gente. Pero con Ventura no pasó y aunque las comparaciones son odiosas nos dan a los humanos la medida de las cosas. Dos orejas por un rejón de muerte bueno después de haber pinchado, y por una apertura enganchando al toro, desde la salida de toriles, a la cola del caballo hasta quedarse con el en el centro del ruedo. Después el teatro, el arrebato y la bullanguería. Pero la verdad es que la oreja que le cortó al tercero también fue una oreja de pueblo por un rejón de muerte trasero, uno de castigo bueno y por mostrar voluntad. Ciertamente la oreja de Hermoso al quinto de la tarde fue por una actuación normal, digamos que aseada, arriesgada en los quiebros, aseada en las banderillas, certera en el rejón de castigo y de muerte.
Lo de Fermín Bohórquez es de psicólogo. ¡Mira que me gusta cómo monta! Con la mayor pureza andaluza, en sus monturas y en su talle. Usa las sillas vaqueras y tiene porte en lo alto de un caballo, pero ¡mira que es difícil el niño! Yo pienso que Fermín se trabaja la mala suerte. Verán en el primer toro, y en Sevilla, se le ocurre sacar caballos prácticamente nuevos que no le dan la seguridad necesaria, cierto que el toro se paró emplazándose en el centro del ruedo, pero luego en el cuarto que fue el toro bueno de la tarde y después de haber estado requetebién con el, va y saca para matar a otro caballo nuevo. Lleva probando caballos cuatro años y no da con la tecla, por algo debe ser. A ver si ya le coge el aire a esto porque ahora mismo es uno de los rejoneadores más ortodoxos que tenemos y no estaría bien que se aburriera. Y digo yo que a lo mejor debe ya abandonar el nido.
La corrida de su padre bien presentada, despuntada reglamentariamente, no desmochada, deslucida, parados primero, segundo y quinto, manejable el tercero, bueno el cuarto y el sexto se dejó.
¡Aquí paz y allí gloria!

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