17 agosto 2006

UNA SARTA DE MENTIRAS

FERIA DE MALAGA 2006. NOVENA DE ABONO
UNA SARTA DE MENTIRAS
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio

Nos dijeron que esta plaza se merecía ser de primera y era mentira. Nos dijeron que se ganaría en presentación del ganado y era mentira. Nos dijeron que los toreros vendrían más motivados y era mentira. Nos dijeron que se valorarían en su medida de plaza de primera las faenas de los matadores y era mentira. Nos dijeron en fin que la fiesta era grande y era mentira. Una sarta de mentiras nos han colocado los políticos andaluces en el toreo andaluz creyendo que con eso iban a redimir los pecados de los que nos acusan los animalistas y han conseguido el efecto contrario. Que la fiesta sea la comparativa minimizada de un Empastre que a estas alturas es espectáculo más digno que una corrida de toros.
Rafael Porras se escapaba de la feria como el presidente más equilibrado y va y la pifia. No devolvió a los corrales algún toro inválido y concedió dos orejas, por supuesto pedidas por el publico con distinta intensidad, por faenas vulgares y pueblerinas. Otro que desoye la voz que clama que los presidentes están obligados a servir de pedagogos incluso con el equipo veterinario que esta feria está arrojándose materia fecal determinada sobre sus supuestas impolutas carreras. Jamás un equipo veterinario y jamás un presidente debió aprobar los toros que se lidiaron ayer en La Malagueta.
De Torrealta la corrida, con más propiedad la novillada, indignos de una plaza de primera, anovillados y flojos de remos, bobalicones, sosos, y descastados. Alguno de ellos como el sexto con mejor son, "pero na, de na". Pitado en el arrastre el segundo, aplaudido el primero,
La frase ingeniosa de la corrida y a todas luces cierta fue la de aquel que desde el tendido le espetó al Cid: "¡Estas toreando como Jesulín ya!" Era el quinto anovillado de la tarde al tercer muletazo había doblado las manos y el viento dificultaba el trasteo. Se quedó el castaño sin viaje y vino el monopase, el penduleo de muleta, el cruzarse como si el enemigo fuera un Miura de 700 kilos, y va, plaf el aficionado y suelta el espeto. Verdad, verdad se decía en las andanadas. Luego se cae el toro, el torero vulgar con la izquierda y se queda el animalejo sin fuelle. A pesar de todo este entendido publico de primera le pega una ovación al torero.
Al segundo no quiso ni verlo el de la Tizona fallona, la cosa se vio nada más salir al ruedo que lo hizo descompuesto el animal, sin fijeza. Tomó una vara cumpliendo con propina y una segunda dejándose. Aquí viene la cosa. El picador se ensaña sin motivo contra el toro. La orden es machacarlo para acabar con el y que lo devuelvan a los corrales. Al salir de la vara intentaron tirarlo por el suelo para que la gente se le echara encima al presidente y se viera obligado a devolverlo. Y otra vez al caballo ¿tres varas? No, Porras se dio cuenta antes y les cambió el tercio. Como era de esperar el Cid, refunfuñando lo pasaportó pronto y la gente se lo recriminó.
Jesulín de Ubrique desempolvó en sus trasteos el apodo al que se hizo acreedor en sus mejores tiempos, de Picolín de Ubrique. Ya se imaginan. No hubo un muletazo con la panza de la muleta. Todos con el pico. Que templa a los toros, es cierto en algunas ocasiones, y sería más verdad si eso que les hace a las tontas del bote se lo hiciera a las alimañas, pero ya se sabe que el de Ubrique ya no lidia alimañas en los ruedos porque las lidia todos los días en su casa. Con nobleza por el izquierdo el primer toro al que trasteó a placer por el derecho.
Con el cuarto novillo engordado, que por cierto fue el que mejor peleó en varas de la feria vista hasta ahora, anduvo toda la faena al hilo del pitón, aprovechando los viajes, luchado contra el viento, hasta que se agotó la fuente. La oreja baratísima se la concedió el presidente después de una estocada caída, un descabello, un aviso y otro descabello más.
Después de ponerse pezorrón el extremeño Perera con el tercer toro, pues entre el viento que le molestó los engaños, las probaturas de pitones y el aprovechamiento de las arrancadas llevándolo sin torear, al hilo de los pitones y echándolo hacia fuera en el remate de los muletazos, nada vimos. Llegó el sexto un culipollo de asador de feria que al descubrirse el torero por mor del viento, un ¡uy! se le escapó a la concurrencia. Sin fuerzas el aborto de toro fue trasteado al natural por Perera sin fundamento y se dedicó toda la faena a aprovechar los viajes. Toro y torero estuvieron tristes y queriéndose rajar los dos. Estocada y oreja sin valor.
Aquí paz y allí gloría.

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