08 mayo 2006

VALVERDE Y UN MIURA

VALVERDE Y UN MIURA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

Tercero de la tarde del domingo de farolillos en Sevilla, Miura, Capotero de 601 kilos, lo recibe Valverde con cuatro verónicas y una media buenas, que le dicen a la gente que este salmantino quiere ser gente en esto. Después de la primera vara le hace un quite por talaveranas y el toro se lo echa a los lomos. Unos vecinos de localidad en la grada del dos se emocionan. Tras la segunda vara el Fundi le hace un quite por chicuelinas zarrapastrosas.
Al comenzar la faena el de Zahariche quiere rajarse cuando toma la muleta por el izquierdo y por el derecho va a su aire. Nunca se entrega ni va metido en la muleta pese a los esfuerzos de Javier que puso muchas ganas, buena dosis de oficio y un inmenso corazón en su entrega. No rompe hacia delante. El burel terminó parándose. Luego de un pinchazo de extraordinaria ejecución vino una estocada entregándose y colgándose del pitón que le valió una cornada y una oreja. Una vecina de localidad rompe a llorar. A pesar de tener el músculo herido no dejó pasar la ocasión de su triunfo paseando la oreja por el ruedo, rendido a sus pies el publico sevillano. La chica que seca las lágrimas que adornan sus mejillas sonríe levemente cuando pasa frente a ella.
En realidad la gesta de Valverde fue más allá debido a que puso la escuela para las siguientes actuaciones de Fundi y Padilla que bajo la presión sicológica de estar delante de unos Miuras olvidaron que la nobleza también existe en esta cabaña y que es necesario arriesgar para ganar como así lo hicieron en el resto de la corrida que ya no pudo torear Valverde.
Y otra cosa más aportó el de Salamanca a esta terna, la clase, porque ante tanta vulgaridad, con mis respetos a la profesión, de los compañeros de terna, Valverde demostró que se puede torear bien a un Miura.
Por la mañana de ese domingo se dio un maratón de rejoneadores que resultó una parada de caballos. Antonio Domecq estuvo muy torpe, Rui Fernandes mató un caballo por cortar dos orejas, a Cartagena se le subieron los caballos encima cortando así otras dos orejas, Ventura que estuvo más centrado cortó otras dos, y estos tres rejoneadores no pudieron salir por la puerta del Príncipe en estricto cumplimiento del actual reglamento andaluz aunque lo intentaron casi pasando por encima de la autoridad que al final pudo reducirles. Moura Caetano tardó en centrarse. Moura hijo templó bien pero falló con los aceros de muerte y Leonardo Hernández hijo me gustó en conjunto más que me ha gustado nunca el padre pero hay que esperarlo.
El sábado de farolillos los de Valdefresno pasaron desapercibidos por unos motivos u otros con una terna de la que solo destacó Antonio Barrera. El primero descastado y rajado, el segundo bueno, rompió en la muleta después de una primera vara manseando y una segunda romaneando. El tercero que acudió al caballo con alegría, siendo picado muy bien por Ismael Halcón, terminó rajándose. El cuarto queriéndose ir de las suertes fue noble de condición pero soso. El quinto un toro impresentable, sin rematar fue devuelto por torpear de las extremidades y el sexto de buena condición en la embestida pero a su aire no fue entendido por Bolívar.
La triunfal corrida mixta que cerró la feria sevillana, no lo fue por lo que hizo Pablo Hermoso de Mendoza que casi fue desmontado en la lidia de su primero y en el cuarto, Chenel le protestó dos veces, y Merlín, el caballo isabelo, le dio problemas para colocar un palo. Ni tampoco fue triunfal, aunque la cosa estaba preparada para ello, por el debut de Cayetano, que estando bien, pudo haber estado mejor debido a los dos novillos de Zalduendo bravos, cortó una orejita en cada. La corrida triunfal fue por Manzanares al que su hijo le cortó la coleta sin que nadie lo esperáramos. No quiso ver a su primer Alcurrucen y bronca con guasa sevillana. Al quinto, uno con genio y sin clase lo tanteó con gusto pero insuficientemente. Después de un pinchazo y media trasera y atravesada sonaron unos aplausos, salió al tercio, entonces vino la división, mando llamar a su hijo que estaba entre barreras y le cortó la coleta, la división se torno en ovación cerrada y algunos lloraron, entre ellos el propio matador que dio la vuelta al ruedo más triunfal de su vida. Al finalizar la corrida, Padilla, El Cid, Morante, el hijo, y en realidad todo el toreo que estaba en La Maestranza, lo sacó a hombros, pese al reglamento, por la Puerta del Príncipe.

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