24 abril 2006

JAQUE A LA POLICIA

JAQUE A LA POLICIA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

Seguramente, la mayor injusticia que comete Soriano con este marrón de reglamento que ha tenido que sacar adelante por imperativo legal, ha sido la de relegar a la policía a cargos de delegados de la autoridad en el callejón, tratándolos como segundones y salvadores de causas extremas. Soriano y Evangelina y por extensión el gobierno socialista andaluz han olvidado reconocer a la policía los servicios prestados. Quizás algunos de los extraordinarios presidentes policías andaluces: Fernández Torres en Málaga, José García en Almería, Paco Teja en Sevilla; puedan impartir cursos a neófitos y enchufados, como sugiere el punto cinco del artículo 18. De ser así se debería crear un colegio de presidentes igual que en la actualidad ocurre con los árbitros.
Después de una experiencia más que discutible, por la pasada feria de abril sevillana del 2005, los presidentes y los veterinarios volverán, ya por ley, a señalar las reses en las ganaderías constituyendo estas visitas un error de bulto debido a que estos estamentos pasan de defender al publico a favorecer al empresario, pudiendo ser impugnado este apartado del articulo 19 por constituir un conflicto de intereses y generar una alta sospecha de compadreo que hasta incluso pudiera ser objeto de recusación al presidente.
La feria de Sevilla ha empezado y en la corrida de Resurrección se vieron seis de Nuñez del Cuvillo que no tenían nada más que cuernos y los Palhas, una escalera, con lo que al aficionado se pregunta que para lo que salió por toriles no era necesario haber hecho el gasto de ir a ver los toros al campo, con lo que las sospechas de compadreo son más elevadas.
De la lectura de las funciones de la presidencia en su apartado "g" el presidente, - a este nuevo presidente yo lo llamo seglar – tomaría funciones que de antaño tomaba la policía y se me ocurre, es el caso de los supuestos altercados de orden publico, que no es suficiente la autoridad del seglar para ordenar actuaciones comprometidas que por investidura si tenia la policía del palco. Se me podrá decir que el delegado de la autoridad, que si será policía, con su auxilio al presidente, pueda aportar soluciones. Pero, ¿y si la orden del seglar es contra natura para que pueda ser obedecida por un policía que de la naturaleza propia de su trabajo entiende más? Pueden crearse conflictos debido a que el seglar no sepa valorar lo del famoso altercado.
Cuando digo que las plazas de tercera serán las perjudicadas de la norma, lo digo tomando como ejemplo el punto cuarto del diecinueve, en que atendiendo a los usos y costumbres del lugar el presidente seglar podrá ordenar tantas cosas, admitir las que quiera y supeditarse a las vigentes, y por lo tanto este punto es una puerta abierta a tócame roque y todo lo que se quiera.
Que se puedan recusar a las presidencias está bien, siempre y cuando los aficionados sepan los nombres de los presidentes con la suficiente antelación como para, en plazo, recusarlos. Y se me ocurre, porque es una causa generalizada en todas las plazas, que si un presidente recibe del empresario pases para el espectáculo, este pueda ser recusado y suspendido temporalmente hasta que se demuestre su culpa.
Sabemos que los presidentes seglares ahora y los policías antes, no cobran. Sabemos que los veterinarios cobran porque el empresario ingresará el dinero de sus honorarios en el Colegio Oficial de Veterinarios. Y sabemos que los asesores taurinos cobran porque les paga directamente la empresa. Luego la sospecha de ahora, como la de antes, es que la mayoría estarán comprados a la hora de darle consejo al presidente. De manera que ¡vaya palcos nos esperan en Andalucía!: Los presidentes amigos de los políticos, sobornados, mediante entradas y ágapes en las ganaderías que visitan, por los empresarios a los que junto al veterinario le han visto los toros en el campo y además el asesor taurino está untado.
Alguien me preguntará que porqué no presupongo la inocencia de todos ellos, en vez de la sospecha, y yo debo contestarle que puedo contar con los dedos de las manos los palcos que yo he visto y he sentido actuar limpios de cualquier intoxicación. Y esta es mi excusa para la defensa de los palcos de policías, porque con no ser todos buenos al menos sus faltas eran dobles, primero por faltar a la ley taurina, y segundo por faltar a su compromiso profesional de defender al ciudadano que en nuestro caso es el público. Ahora el policía ha quedado en el callejón, tragándose también el marrón de Soriano; lo que nadie quiere, lo feo, lo ingrato. Y además haciendo en ese espacio en el que supuestamente solo manda el, controles de alcoholemia. Lo dice la norma. Sólo en un apartado el "f" del uno del veintitrés, el cuerpo salva los muebles y la honra, porque el delegado de la autoridad, es decir el policía que queda en el festejo, puede levantar actas de denuncia o constatación de hechos – y aquí valen los abusos, incorrecciones, fraudes… presidenciales – que estime oportunos. Es decir que podría servir de gran ayuda a la afición como fiscal de primera mano. Solo faltaría que la afición se enterara para que en siendo bueno el delegado, pudiera combatirse el fraude taurino, y esto, aunque solo fuera esto, justificaría el reglamento.
Se ha evitado en la redacción la inclusión de la palabra trapío con el fin de que los veterinarios no se acojan a ella cuando dictaminen si un toro tiene falta de sustancia cornea, ahora se agarran al prototipo racial de la casta que se lidie, aún así los articulados que se refieren a las actuaciones veterinarias, salvo en lo de reseñar toros para las empresas, queda mejor que en los anteproyectos del reglamento.

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