20 diciembre 2005

LA DECLARACION DE LOS BARRIOS

LA DECLARACION DE LOS BARRIOS
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

Es como si estuviéramos en guerra y no tenemos en el horizonte al enemigo. Es como si tuviéramos que luchar contra alguien pero no sabemos de ese alguien. Y sin embargo todo parece indicar que debemos defendernos. Sabemos que tenemos que defendernos, pero dudo que sepamos de quien o quienes hemos de hacerlo.
En el horizonte hay entes pero no enemigos reales y sin embargo porque en realidad los desconocemos, o no queremos conocerlos o queremos identificar a otros como los malos que están en contra de la fiesta. Ya saben lo que decía Ortega el filosofo, que para solucionar un problema tenemos que identificarlo primero y luego combatirlo.
Pues bien lo de la declaración de Los Barrios queda tan bonito que me emociona y me llena de orgullo, tanto que felicito a los declarantes. ¿Pero sabemos cual es el problema? ¿Lo hemos identificado ya para solucionarlo?
Me gustaría que todos los medios de comunicación dieran puerta a la fiesta de los toros para difundirla culturalmente y en todos sus aspectos. Es decir diciendo la verdad entera de lo que en ella se cuece, lo bueno y lo malo y no medias verdades ni mentiras enmascaradas. Decir y denunciar los defectos de la fiesta no es despreciarla es quererla para mejorarla y como consecuencia el profesional de la comunicación tiene el compromiso en cada uno de sus medios de tratar las informaciones con la veracidad y el rigor necesarios y no difuminar los males explicando o hablando de la grandiosidad de un espectáculo grande por definición.
Que las instituciones públicas políticas y sociales defiendan los intereses de los toros no quiere decir que lo hagan interviniéndolos sino que la abracen con un espíritu altruista que hagan la fiesta más digna en todos sus sectores. Defender la fiesta no es tapar sus miserias.
En la declaración de esta ciudad gaditana, se reconoce el fomento de la cultura taurina por la Junta de Andalucía y el Parlamento Andaluz como ejemplo de la defensa de la fiesta y con parecerme bien el esfuerzo del ente andaluz, curiosamente los declarantes no caen en la cuenta de que esta posición de la administración ha sido el principio del intervencionismo de lo publico en los interese de bravo por cuanto reconociendo la crisis de un negocio privado y las incidencias que en el se manifestaban deciden tomar el rumbo de una actividad que fatídicamente se ha venido abajo por insidia de los mismos profesionales. Un ejemplo de lo que digo lo tenemos en el famoso 33 y en vez de que la administración ponga medidas para erradicarlo lo que hace es, (y no critico la acción sino la filosofía a mi juicio equivocada), erigirse en benefactora y salvadora de algunos muchachos. Por mejor explicarlo es como si se reconociera lo difícil que la mayor parte de los empresarios se lo ponen a los niños y la Junta dijera, ea, bueno, demos dinero y televisión para que los chavales se promocionen. Intervienen pues en un negocio que no es de la competencia de la administración sino de los empresarios que se suponen se juegan sus cuartos. Quizás olvidaron juntamente con la promoción castigar la vergüenza del 33.
Necesitar una Fundación Taurina en Andalucía es digno si digna fuera la función de la promoción cultural y repito, no intervencionista en una fiesta que ahora es un negocio. Y tener una Ley Taurina en Andalucía, como tener ese nuevo reglamento del 2006, supone entre otras muchas cosas, confundir al aficionado que, cuando viaja de comunidad en comunidad, como extraño en otro país, deba preguntar qué se lleva en esta plaza.
Por último los declarantes dicen que los ayuntamientos tienen el deber de fomentar la cultura taurina pero erróneamente hasta ahora lo que han hecho es subvencionar a los empresarios que han cogido un dinero fácil y bajo la amenaza de no dar toros en una población si no hay subvención, han coaccionado a las administraciones locales incrementado más el pillaje de algunos sobre los dineros públicos.
Entiendo que defender la cultura taurina no pasa por hacer declaraciones institucionales como si el enemigo que nos acosa tuviera cara. La cultura taurina deben defenderla los aficionados que con sus entradas a las plazas dan carta de naturaleza a este espectáculo. Los aficionados que se reúnen en peñas para hablar y discutir de tauromaquia, que organizan actividades lúdicas y pedagógicas para aumentar los conocimientos de sus socios. Entiendo que la administración debe colaborar en el aspecto cultural y no intervenir en el aspecto pecuario de los toros pues ese es el terreno del empresario y también debe proteger al aficionado que como siempre, con esta declaración y cuantas otras conozco hasta el momento no está defendido ni protegido. Por desgracia aquí también hay más jefes, que son los que declaran, que indios que son los que sufren y pagan, y no sé por qué los indios son siempre los malos de la película. ¡Dichosos vaqueros! ¡Ah! y la prensa a contar cosas y a crear opinión. Quizás el mal de la fiesta esté en nosotros y no fuera de nosotros.

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