23 septiembre 2005

ALEGACION QUINTA Y ULTIMA

ALEGACION QUINTA
Por Agustín Hervás

Quiero dejar claro que no estoy en contra de esta norma que la Junta de Andalucía quiere imponer a partir del 2006, ni de esta ni de ninguna otra, mi carácter por naturaleza no es anárquico, pero sí lo estoy de la que tratamos ya que la norma no está hecha con el juicio que corresponde al entendimiento del tema para el que se legisla.
El futuro nuevo reglamento que va a servir como conejo de indias para luego ser exportado a otras comunidades, con las modificaciones históricamente culturales, limita y no defiende el interés del aficionado. Todo parece estar dictado por los sectores taurinos que llenan bien la buchaca con el dinero de los públicos y que luego no son capaces de invertir en su propio negocio aunque luego saben decir que estamos en crisis y que nadie va a los toros. ¡Naturaca si ellos mismos no invierten en el fomento, conocimiento y difusión de la fiesta!
En la norma se habla de las plazas de primera y de segunda y se olvida a las plazas de tercera que es donde más fraudes se dan y donde las entradas son más caras. Es decir donde el taurino se aprovecha más del publico bajo la premisa de que no sabe de este negocio. El reglamento hecho desde Sevilla para Andalucía olvida que hasta la fecha, salvando diferencias, en las plazas de segunda y primera se suele mantener el tipo del toro y el torero emplearse. Es en los pueblos y ciudades de menor rango a donde suelen llevar los ganaderos las colas de las camadas y asistir las figuras a pasearse ante un publico folclórico y en fiestas.
Un reglamento que va a reducir el peso del peto y las dimensiones de la puya porque va a reducir el peso de los novillos y de los toros, como toda teoría para la dignificación de la suerte de varas es un reglamento dictado por los taurinos que han dicho que con un puyado que vale por cuatro (el mono puyazo) es bastante y que no hace falta ver al toro bravo en varas porque eso no se lleva, que los toros en estos tiempos modernos son bravos en la muleta. Y un reglamento en el que nada se dice de los ojos de los caballos y de las orejas, tantas veces cegados y tapadas, es contribuir a la indignidad del mas sufrido de los componentes del espectáculo.
Se pierde una vez más, en la nueva legislación, la posibilidad de acabar con el tema más conflictivo de la fiesta y que más polémicas genera. Aquel sabio que dijo que las orejas en los toros son como los goles en el fútbol debería haber hablado para siempre jamás porque desde que se cortó la primera oreja en un ruedo introdujo un cisma. Sin duda es este el asunto más conflictivo de toda la historia de la tauromaquia y hora debería ser de plantearse su derogación. Solo deberían ser validas las vueltas al ruedo de los toreros que el publico reclamara. Cuantas más, mayor el premio.
A partir de enero próximo el tiempo de los avisos contará desde el primer pinchazo con lo que podemos encontrarnos con faenas aburridas interminables, tipo Jesulín y Ponce y buenas faenas tan largas en las que se propenda al indulto de los toros sin un real merecimiento. Es este tema del indulto un tema declarado por el director general de espectáculos en Andalucía, señor Soriano, como un tema meramente publicitario para el ganadero, el empresario y el torero. Por cierto que al empresario le interesa que le indulten mientras más toros mejor porque o se lleva la sangre a su finca para comerciar con ella o no paga el toro o los toros al ganadero. Como la norma dice que entre ellos se pondrán de acuerdo puede haber entre ellos más de una puñalada trapera. Y otra cosa dice la norma, que el toro indultado podrá ser utilizando o no por el ganadero como semental. ¡Faltaría más! Está demostrado que el ochenta por ciento de los toros indultados mueren en las fincas, bajo la teoría de que las infecciones lo mataron, en realidad lo que mató a esos toros fue que al ganadero no le interesó su vida nada más que para la publicidad momentánea. Un ganadero que se precie sabe la sangre que tiene y las reatas del toro indultado, luego sabe donde está la simiente. Un ganadero nuevo rico, no sabe dónde tiene la mano derecha.
Quiero para finalizar estas alegaciones aportar dos ideas por las que considero que la norma no defiende a los espectadores. La primera es que nada se dice de la reventa dando carta blanca a los usureros del negocio a veces en connivencia con los empresarios que así copan más mercado y aseguran ciertos ingresos. Esto cuando la policía autonómica entre sus funciones tiene la observancia de la actividad de los reventas. Y segundo que se debería regular mejor la suspensión de los espectáculos comenzados ya que en mi opinión cuando se suspenda en el primer, segundo o tercer toro se debería devolver el dinero. Si la suspensión ocurre en el primero podría haber connivencia con el empresario y de la forma que propongo al menos el espectador ganaría media corrida.
En el fondo tengo asumido que la aprobación de este reglamento taurino es una cuestión meramente política que bajo el prisma de intervenir en la defensa y durabilidad de la fiesta para hacerla mejor, lo que en realidad hacen es perjudicarla para conformar así a los europeos que nos llaman bárbaros y que en vez de matarla se muera sola sumida en luchas intestinas. Es por esto por lo que con estas alegaciones he pretendido, a pesar de la acusación de derrotista, crear opinión y debate sobre lo que más debe importarnos que es conservar la pureza y la integridad del toro y la defensa del aficionado sobre los intereses de un taurinismo que ganando mucho dinero con el negocio luego no son para invertir en su promoción y proyección en el futuro.

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