05 septiembre 2005

ALEGACION CUARTA

ALEGACION CUARTA
Por Agustín Hervás
Onda Cero Radio
Tribuna de Salamanca

Uno de los pocos beneficios que la nueva norma andaluza traería a la fiesta sería la de establecer un registro de empresas de la actividad taurina con unos condicionantes suficientes para que en ella no se cuele cualquier listillo y ocurran cosas como las que suelen acontecer en esas plazas perdidas de Dios en las que advenedizos y esporádicos empresarios se aprovechan de la buena voluntad de los ayuntamientos que quieren regalar a sus ciudadanos un buen festejo taurino para sus fiestas.
La otra cosa buena y que aplaudo por el tesón que han tenido los veterinarios es lograr que cobren de la administración y no de la empresa para poder no ser coaccionados en un momento dado. Los empresarios al inicio de la actividad anual deberán ingresar unas tasas en las ventanillas administrativas que luego repercutirán en los sueldos de los veterinarios actuantes.
Sin embargo la norma olvida a los asesores taurinos tan tradicionalmente pegados a las empresas puesto que en muchas ocasiones son ellos, los que preguntados por la administración, los proponen. Los asesores taurinos deben cobrar como los veterinarios porque de lo contrario el empresario podría aprovecharse de ellos en su favor y mal asesorar al presidente. Presidente que por cierto al ser laico (no perteneciente a la policía), más o menos entendido y con posibilidad, si esto no se corrige, de ser amigo de los políticos e intereses de la fiesta, necesitará ser asesorado con mucha frecuencia y uno de los asesores aunque no esté así reconocido será el delegado de la autoridad, es decir el policía, que lo hará en materia de seguridad y se me ocurre que podría darse el caso, llegado a esto, de un conflicto entre un presidente colateral (amiguista) y un delegado serio y disciplinado revestido de la autoridad que por naturaleza le confiere la ley de rango superior.
Es común encontrarnos en las plazas que los intereses que defienden los presidentes no son los mismos que los que defienden los delegados y en evitación de conflictos se suele ceder siempre de la parte del delegado con la típica frase de "pues si mandas tu, tu decides".
Me da tristeza que lo que han ganado los veterinarios en el nuevo reglamento en cuanto a dignidad, lo pierdan en efectividad pues los informes que dicten no van a ser vinculantes para las decisiones del presidente, sólo en lo que a sanidad del animal se determine y por supuesto tal y como apunté para las presidencias, los veterinarios tampoco son quienes para elegir los toros en el campo. Su función debe estar en la plaza a donde los empresarios deben llevar los toros dignos para ser lidiados en ese coso y los ganaderos servirlos sanitariamente perfectos.
El presidente y los veterinarios no deben ayudar en su negocio al empresario salvo que tengan intereses comunes y entonces pueden ser recusados aunque este proceso de recusación no esté muy bien definido en la norma. Con las visitas al campo los taurinos se aseguran que no les devuelvan los toros en los reconocimientos pero a la vez implican a estos dos estamentos en el reparto de una responsabilidad, la empresarial, que no es su función natural, y por la que pueden chuflarse.
Se dice en la norma, y esto es de risa, que el señalamiento en el campo no tiene carácter vinculante. Vinculante no lo tendrá pero nadie podrá evitar que los veterinarios y los presidentes después de ser paseados (¿quién pagará las dietas y los desplazamientos?), por media España para elegir toros, no se sientan moralmente apegados al interés del empresario e indirectamente coaccionados por el.
En este nuevo reglamento que de ser aprobado en Andalucía podría exportarse al resto de las comunidades españolas, se permitirá, es la vuelta al pasado, legalizar el fraude del afeitado en novilladas y si los amigos de la sinvergonzonería lo estiman conveniente podrían incluso provocar el astillamiento de los toros para luego "arreglarlos" a modo.
Quiero terminar esta alegación con una nota simpática desprendida de la futura norma porque en ella se dice que el espectáculo comenzará cuando en el reloj de la plaza marque la hora... ¿se imaginan ustedes el cachondeo si el reloj se averiara cinco minutos antes? Pues de la misma forma está pergeñado este reglamento, con los pies.

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